Según ACNUR (La Agencia de la ONU para los refugiados) en 2020 hay casi 26 millones de
refugiados en el mundo, muchos de ellos viviendo en campos de refugiados, donde más
de la mitad son menores de 18 años. En algunos de estos campos de refugiados
se han realizado actividades de construcción y vuelo de cometas como un medio
para ayudar a devolver la libertad de jugar a los miles de niños y niñas que viven
allí y llamar la atención de gobiernos y ONGs.
El Campo de refugiados de Cox's Bazar en Bangladesh es parte de una extensa red de refugios cubiertos con lonas que albergan a cientos de miles de refugiados rohinyás o ruaingás (en inglés rohingya) expulsados de Myanmar (Birmania) por una ola de asesinatos en masa en 2017.
Con el apoyo de UNICEF se han construido más de 120 casetas
de bambú y lona para servir de Espacios Adaptados a la Infancia (CFS). Cada CFS
cuida entre 70 y 100 niños, entre las edades de 6 y 12 años, donde pueden ser
simplemente niños. Pueden dibujar, cantar y jugar. El objetivo de los CFS es
ayudar a los niños a recuperarse de los años de persecución que experimentaron
en Myanmar y del trauma que enfrentaron en su viaje a Bangladesh.
En el vídeo vemos cómo personal de UNICEF enseña a los niños en un CFS a construir cometas usando plástico, varillas de madera, cuerda y viejas botellas de agua como carretes. Para estos niños que viven confinados en condiciones tan adversas e inhumanas que son difíciles de comprender, volar cometas provoca en ellos un sentimiento de bienestar y libertad.
En los campos de refugiados de Idlib, Siria, se organizó en julio de 2020 una actividad de cometas bajo el lema “Justicia para los niños del campamento”, con el fin de que los niños olvidaran por un tiempo los momentos tan difíciles vividos durante la guerra civil. Los organizadores querían llamar la atención de las ONG de todo el mundo para que no abandonen a estos niños que luchan por sobrevivir en estos campos de refugiados, donde carecen de todo.