Cuando era un niño mi padre me construyó una cometa con una tela roja, unas varillas de caña y una larga cola con lazos atados. Para volarla la sujetaba con una cuerda de bramante que enrollaba en un palo de madera. Así nació en mí la afición por las cometas, que ahora de mayor comparto con Ana, Carlos, Sergio, Enzo y Saúl.
Espero que algunas cosas que veáis en este blog os animen a practicar y compartir esta afición tan agradable y entretenida. Las cometas no son simples juguetes, sino que representan un medio a través del cual se expresa la cultura y el arte de numerosos pueblos del mundo.
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Una de las diversiones más simples con una cometa consiste en enviar mensajeros de papel ascendiendo por la línea de la cometa. Basta coger un trozo de papel redondo o rectangular, hacerle una ranura hasta el centro y un pequeño agujero donde poder introducir la cuerda de la cometa. El agujero debe ser lo suficientemente grande como para permitir que el papel se deslice sobre la cuerda con la menor fricción posible. Cuando el viento empuja al mensajero lo hace girar y ascender, hasta que finalmente llega a su destino, la cometa.
Mensajero circular
ascendiendo hasta mi cometa
(Foto: Ana Romero)
Pensaba que este juego que yo practiqué en alguna ocasión cuando era un chaval, ya se había olvidado, pero no es así. Hace unos años conseguí filmar en acción un mensajero de papel en el Festival de cometas de Valencia de 2015:
Mensajero ascendiendo por la línea de una cometa
(Vídeo: Juan Antonio Muñoz)
En algunos países era una costumbre elevar estos artefactos por los niños y adultos. Así, en El Salvador a este juego se le llamaba “mandar telegramas a San Pedro”. Se colocaban pedazos de papel de periódico a través de un agujero en el hilo de la cometa y sacudiendo el hilo de la piscucha (cometa) se hacían llegar hasta el barrilete. Ganaba el que más “telegramas” conseguía hacer llegar a la cometa.
He visto que en algunas zonas de Ucrania se elaboran mensajeros algo más elaborados llamados “carteros de papel”, formados por un cilindro y un cono de papel:
Cartero (mensajero) de papel
(Dibujo: Juan Antonio Muñoz)
Hace poco leía una historia que transcurrió en América en la década de 1950 sobre un hombre entusiasta de las cometas que le gustaba jugar con los niños a los mensajeros. Escribía en un trozo de papel una pregunta que alguno de los niños le hacía, como "¿Quién es el mejor vaquero de la televisión? ¿Roy Rogers, Hopalong Cassidy o el Llanero Solitario?”. Disimuladamente y en algún momento oportuno escribía también la respuesta en la otra cara del papel sin que se diesen cuenta los niños. Después introducía el mensajero con la nota en la cuerda de la cometa y esperaban hasta que ascendiera hasta arriba. Luego, al recuperarlo, enseñaba a los niños la respuesta escrita al otro lado de la nota, dejándolos boquiabiertos. ¡Debía de ser para ellos algo mágico!
El juego de subir mensajeros por el hilo de una cometa es antiguo, como se puede ver en esta ilustración del libro "A Picture Book of Play - Boys, Girls & Babies" dibujado por Edith Scannell y publicado por Marcus Ward & Co Limited, Londres, Belfast y Nueva York, en 1884:
Una niña volando una cometa mientras su hermano pequeño está en la hierba mirando hacia arriba y señalando un mensajero que sube por el hilo de la cometa