Hace unos días leí una noticia que me impresionó bastante. En una pequeña ciudad de EEUU, la escuela de Ubly organizó un evento de vuelo de cometas para rendir un homenaje a la maestra jubilada Nancy Elliot que durante 40 años impartió clases de inglés y a la que le fue diagnosticado un cáncer. Los organizadores del evento lo llamaron “Volando alto por Nancy”.
Durante sus años de docencia, esta maestra organizaba un proyecto para los estudiantes del último curso que llegó a ser muy conocido. Consistía en que cada estudiante debía construir una cometa, escribir algo en ella y por último hacerla volar en el campo de fútbol de la escuela.
Cuando le propusieron a Nancy la idea del homenaje, le encantó la iniciativa y prometió asistir a este acontecimiento, pero con una condición: que fuera una celebración de alegría y no un evento triste.
El día del homenaje, pocas horas antes del comienzo del evento, llegó la noticia de que Nancy había fallecido.
A pesar de la triste noticia, los participantes en este homenaje, tanto jóvenes como mayores, volaron sus cometas en honor de su querida maestra cumpliendo su deseo de alegría. Una excelente manera de decir adiós.